Mauricio Castro responde cinco preguntas claves sobre la carrera
Mauricio Castro es médico recibido de la Universidad de Buenos Aires con especialidad en ginecología y obstetricia.
1- ¿Qué te motivó a elegir esta carrera?
En parte ver a mi papá ayudando a la gente, su pasión por la vocación de servicio que de alguna manera me contagió. Y porque siempre tuve cierta inclinación y facilidad por las ciencias biológicas y exactas.
2- ¿Cuáles son las habilidades y cualidades más importantes para tener éxito en esta profesión?
Desde el ámbito estrictamente profesional depende mucho de la especialidad que hagas, pero en líneas generales la habilidad de entender que se está tratando de ayudar antes que a un paciente (que se puede entender que es un "padeciente" de alguna dolencia) a una persona, y que esa persona es un todo. Más allá que la ciencia trata sobre generalidades, nosotros tratamos individuos y hay que entender que cada uno es particular. Lograr conectar con esa individualidad para lograr un tratamiento exitoso no siempre es sencillo, pero ese es el verdadero desafío de esta profesión
3-¿Cuáles son los desafíos más grandes que enfrentas en tu trabajo?
No abandonarlo. Por múltiples motivos: Ingratitud del sistema de salud, la sociedad, lo desvalorizado económicamente que está hoy día la profesión, las frustraciones (que en ocasiones son muchas), por fracasos terapéuticos o muchas veces por ambientes competitivos. Pero el desafío real es retomar el rumbo y tratar de aprender del error, la frustración y la ingratitud.
4- ¿Qué advertencias le harías a alguien que quiere estudiar esta carrera?
¡VARIAS! Si no siente pasión por lo que hace, que no lo haga. Es una carrera muy demandante que implica estudiar toda la vida. Implica dejar muchas cosas de lado (fiestas, cumpleaños, reuniones, amistades, familia) pero también les diría que si se encuentran y conectan con la profesión, van a encontrar cosas nuevas maravillosas.
5-¿Qué pensabas de la profesión antes de empezar y qué pensas ahora?
ANTES: no entendía nada de que se trataba, más allá de lo vivido a través de mi papá. Entendía que implicaba un gran sacrificio y eso era lo que menos me motivaba a empezarla. Pero me entusiasmaba pensar en la posibilidad de ser alguien importante en el lo que iba a ser
DESPUES: te chocas con la vida jaja. Ahora pienso que me gusta mucho ayudar a las personas a sentirse mejor. Aunque no llegue a curarlas muchas veces. Pero me conforma saber que confían en mí. Que se van de mi consultorio con una sonrisa. Lo que me da un cierto "poder" y a la vez la responsabilidad de estar actualizado siempre. El poder, no desde el dominio sino desde la posibilidad de brindar una ayuda. Con el tiempo entendí que hay personas que tienen una prioridad y no siempre es ser curadas, si no sentirse acompañadas, contenidas, y saber que tienen un lugar donde ir a refugiarse. La cura (aunque no siempre) llega un rato después
